Entre la juventud de hoy en día se da un gran porcentaje de mujeres y hombres que reniegan a vivir en pareja y, en las ciudades, cada día se construyen pisos más pequeños, pues la tendencia es a que prefieran vivir solos. Cuando forman una familia lo hacen a una edad ya madura, lo que demuestra que ha surgido un temor generalizado a comprometerse a compartir la vida.
Este es un nuevo fenómeno cuyas causas hay que comenzar a estudiarlas partiendo del concepto de familia en el que estas nuevas generaciones han crecido. Las relaciones familiares están cambiando rápidamente ante las nuevas circunstancias que atañen a todos los miembros de la misma. Si antes la madre podía quedarse en casa mientras el padre iba a trabajar, y aquella podía cuidar de sus hijos, ahora ella también tiene que salir de casa y dejar a los hijos frente al televisor, solos o cuidados con alguien, o en algún lugar. Debido a esta imposibilidad de estar cerca de sus hijos para orientar su educación y su formación, los padres, en la actualidad, procuran suplir esa ausencia con la compra de todos los caprichos que se le ocurran a ese niño o adolescente que martiriza a sus padres con continuas demandas.
** ETERNOS INVITADOS. **
Es difícil dejar una casa en la que se dan estas circunstancias y en la que, además, han podido actuar con libertad sin las restricciones que antaño se imponían constantemente. Pero, en muchos de estos jóvenes se desarrolla inseguridad y falta de elementos para afrontar las dificultades de la vida, por carecer de patrones que les guiara en su infancia. La dificultad para encontrar trabajo también tiene como consecuencia que los hijos alarguen su estancia en la casa paterna o materna y se conviertan en los eternos invitados, hasta el punto de que, ahora, son los padres los que se quejan de que sean sus hijos los no se vayan. Desenvolviéndose la personalidad de un niño en estas circunstancias, es muy probable que cuando sea mayor y llegue la hora de asumir la responsabilidad de compartir la vida con otra persona lo haga con miedo e intente a toda costa seguir viviendo en ese limbo de irresponsabilidad y falta de compromiso. Varias son las características comunes que poseen estas personas a las que les da miedo la convivencia y, lo que es más importante, el amor. Generalmente tienen una idea rígida de cómo debe de ser la pareja. Si las cosas no salen como ellos se lo esperan, nace la frustración y prefieren renunciar a seguir esa relación, ya que consideran que su punto de vista es el correcto y no están dispuestos a cambiar. Son personas muy controladoras que, cuando están solas, ejercen el control a su alrededor, pero cuando incluyen en sus vidas una pareja dejan de tenerlo porque sobre esa otra persona no les deja y, para él o ella resulta imprevisible. Estas personas sienten miedo a las posibles consecuencias de sus conductas que no conocen, porque de la vida en pareja resultarán nuevas situaciones para ellos desconocidas. Este miedo produce angustia y un rechazo a esa situación que les resulta tan poco protectora. La consecuencia es que romperán las relaciones una y otra vez por falta de estrategias para solucionar las situaciones nuevas que se les planteen.
** JÓVENES ETERNOS. **
Suelen mostrarse como jóvenes eternos, para quienes su único afán es la diversión y la fiesta. Pero esto no es más que una coraza para no ver el malestar que les produce su situación, pues son conscientes de su pasividad y su poco avance, sobre todo cuando tienen con quién compararse, como amigos que están en pareja, que tienen familia, etc. Tienen problemas para expresar emociones y adoptan normas rígidas que les impiden buscar ayuda. Seguirán manteniendo el papel de jóvenes eternos, hasta que la presión encubierta mantenida durante mucho tiempo les provoque problemas emocionales, como la depresión. Otra característica es su dificultad a la hora de comunicarse, ya sea con las personas del sexo opuesto o con los amigos. Rara vez expresan sus ideales o discrepancias, queriendo mantener aparentemente siempre la perfección. Evitan hablar de ellos mismos o profundizar en cualquier cuestión y tratan siempre temas superfluos con la finalidad de que no afloren sus verdaderos miedos y dudas. Con las personas del sexo opuesto mantienen una actitud conquistadora y activa, pero poco concluyente, con vacíos y lagunas, debido a que no se dan a conocer tal y como son. Y, sobre todo, se ven obligados a mantener el rol de juerguistas por temor a perder el status por el que sus amigos le consideran. Estas personas atraen en un principio, pues da la impresión de ser alegres, comunicativos, graciosos...Pero a la hora entrar en temas más profundos o serios, se ponen nerviosos y su personalidad se desvanece. Intentarán cambiar de tema, provocando sospechas o extrañeza. Con el tiempo, esta actitud les hará caer en un pozo sin fondo, que, en el mejor de los casos, les hará reconsiderar su percepción de las cosas.
Entre los más maduros, a partir sobre todo de los cuarenta, también se produce este fenómeno de hombres y mujeres que deciden vivir solos ante el temor de comprometerse a una convivencia. En estos casos las razones son muy diferentes. La tasa de separaciones asciende cada día y este tipo de rupturas son dolorosas y hasta traumáticas, sobre todo en el caso de que haya hijos de por medio. Tras esta experiencia, se suele renunciar a pasar por una situación similar y, tanto ellos como ellas, prefieren experimentar una segunda juventud que les ofrezca todas las posibilidades de la libertad recobrada, favorecida por una sociedad en la que un todavía a los cincuenta se pude seguir siendo joven.
La realidad es que si no empezamos a ver que la soledad no es buena compañía todo el tiempo, y que debemos ser complementos de otra persona y viceversa,no podremos encontrar la felicidad para la que fuimos creados...
Ciertamente es difícil cambiar de percepción de un día para otro, pero tambien es cierto lo que dijo Dios al crear a Eva en el jardín de Edén: "No es bueno que el hombre esté sólo"...
Se cuidan!!
Klau.
Entradas
